El Militante, o cómo no saber qué hacer

El proletariado no dispone, en su lucha por el Poder, de más arma que la organización"

Lenin, “Un paso adelante, dos pasos atrás

"Para realizar la revolución, hace falta un partido revolucionario. Sin un partido revolucionario creado sobre la teoría revolucionaria

marxista-leninista y en el estilo revolucionario marxista-leninista, es imposible conducir a la clase obrera y las amplias masas populares a la victoria

en la lucha contra el imperialismo y sus lacayos"

Mao Tse-Tung, en “¡Fuerzas Revolucionarias Del Mundo, Uníos, Luchad Contra La Agresión Imperialista!”

De entre toda la amalgama de corrientes y grupúsculos de vanguardia “comunista” que se dan en el Estado Español, existe un ejemplo que muestra hasta qué punto el movimiento navega a la deriva; su nombre es El Militante. Sin más objetivos que realizar críticas algo subidas de tono a los encumbrados representantes de la “izquierda” patria y algunos agudos chillidos contra el desmantelamiento del “Estado de bienestar”, El Militante dice trabajar en pos de la llegada del socialismo, el cual, al parecer, está siempre a la vuelta de la esquina.

¿El socialismo llegará con un periódico y vanos sueños?

Actualmente, el movimiento “comunista” en el Estado español se divide en dos grandes bloques de organizaciones: aquellas que se proclaman partido comunista, y que consideran que la labor de construcción partidaria ya está por completo realizada, a la espera de algunos flecos (mayor incorporación de las masas, uniones o fusiones aún por realizarse), y aquellas que creen firmemente que el proceso de reconstitución partidaria no ha hecho más que comenzar; según estas últimas organizaciones, sólo a través de un profundo estudio analítico de las experiencias proletarias pasadas y una más que necesaria actualización de métodos y tácticas (incluyendo aquí a la teoría revolucionaria por excelencia, el marxismo), se pondrán las bases para la reconstitución de un verdadero Partido Comunista, y por tanto estarán colocados los cimientos para conseguir desarrollar una nueva oleada de revoluciones proletarias.

El Militante, sin embargo, lleva solicitando al cielo la creación de “una organización marxista revolucionaria con un apoyo masivo entre la clase obrera y la juventud” desde hace ya 30 años. Uno podría pensar que esta “organización” se encuentra enclavada dentro del segundo grupo, realizando necesarios análisis y perspectivas encaminadas a reconstituir un partido comunista, para lo cual tendría que denostar, necesariamente, esa penosa inclinación del movimiento hacia el más vil practicismo, que insiste en salir a la calle con una venda en los ojos o, en el mejor de los casos, unas gafas tan llenas de polvo (polvo de un ciclo ya terminado y por lo tanto obsoleto) que no permiten observar la realidad tal cual es. Desgraciadamente, no hay nada más lejos de la realidad: El Militante sigue apoderado de ese mismo polvo hoy igual que hace tres décadas, y no hemos constatado aún la existencia de un Partido Comunista Militante o similar.

Sin embargo, esta más que flagrante contradicción no ha evitado que en todos sus análisis se cuele un optimismo que en algunos casos no deja de ser hilarante: para El Militante, la revolución y el socialismo nos esperan siempre al día siguiente, o a la vuelta de la esquina, o… El caso es que estos están mucho más cerca de lo que parece, y no cesan en su empeño de repetírnoslo, lo que no deja de resultar extremadamente similar a la nefasta tesis de la “inevitabilidad del socialismo”.

Marxismo anquilosado

En el Militante se concentran todas las contradicciones y miserias de nuestros Partidos “Comunistas”, pero con la curiosa característica de que aquí no hay Partido: tanto para unos como para otros, la cercanía de la revolución se mide únicamente por el número de huelgas economicistas que se dan aquende y allende de nuestras fronteras; todos coinciden en sacralizar al obrero medio, sin detenerse a pensar en que la aristocracia obrera representa un freno objetivo, pues forma parte del sistema de explotación; todos luchan por agarrarse a cualquier clavo ardiendo (léase Venezuela/Cuba/III República) para intentar demostrar que lo que antes podía ser válido sigue siéndolo, porque nada ha cambiado.

Su visión anquilosada del marxismo, relegado al simple análisis polvoriento con el que llenan su periódico, se puede ver por doquier, incluso a la hora de seleccionar citas: últimamente uno puede apreciar la difusión de una frase de Spinoza, utilizada por Alan Woods en varios artículos para intentar aportar un cierto aire intelectual a sus escritos: “Ni reír, ni llorar, sino comprender”. ¿Qué mejor prueba de que para nuestros compañeros de El Militante el marxismo no pasa de ser una herramienta de observación inmóvil, una simple excusa para tediosas tertulias de salón? Más de uno debería recordarles que con comprender no basta, sino que es necesaria la transformación, la revolución.

Como ellos mismos suelen decir a través de su mayor ideólogo, “no hay peor sordo que el que no quiere oír”… Aunque quizás sea peor aquel que oye cantos de sirena donde tan sólo se intenta vender el mismo humo. La reiterada adulación a la llamada “Revolución Bolivariana” o “Socialismo del Siglo XXI” por parte de El Militante es a todas luces el corolario de sus concepciones políticas: ya que sus previsiones (inevitabilidad del socialismo) no encuentran acomodo en la realidad, intentan meter con calzador cualquier experiencia actual en su molde interpretativo: así pues, la subida al poder de cierta fracción burguesa “antiimperialista” se presenta como la mayor de las panaceas en el combate por el socialismo, tal y como señalan en su programa: “(…) Esta nueva época será también la de la revolución, como se ve claramente en los tremendos acontecimientos que están sucediendo en América Latina y particularmente en Venezuela, cuyo proceso revolucionario es hoy por hoy la punta de lanza de la lucha contra el capitalismo a escala mundial”. Intentar otorgar la condición de anticapitalista a una “revolución” cuyo máximo exponente, Hugo Chávez, ha reiterado en numerosas ocasiones que no cree que el motor de la historia sea la lucha de clases es, cuanto menos, oportunista.

Fraseología marxista, peticiones pequeño-burguesas al “Padrecito”

El Militante, siguiendo con su lógica de adoptar como suyas tradiciones de partidos “comunistas” que ya deberían de haber desaparecido de sus consignas hace muchísimo tiempo, hace gala de lo que se podría llamar “programa mínimo”, pese a no especificarlo en ningún lado (en este caso hemos sido condescendientes, porque podría tratarse de su “programa máximo”). Entre otras cosas, su “alternativa socialista”, como ellos la llaman, pasa por la “Reducción de la jornada laboral a 35 horas sin reducción salarial”, eliminar la “precariedal laboral” o conseguir un “Salario Mínimo de 900 euros al mes a partir de los 16 años”. ¡Curiosa forma la que presenta esta “alternativa socialista”! Según el Militante, el Estado Francés estaría a punto de llegar a alcanzar gran parte de su programa (mínimo), ¡e incluso lo superaría en materia de sueldos mínimos! Por no hablar del problema que arrastran, al igual que otras tantas organizaciones, cuando confunden la nacionalización de los medios de producción con su socialización, o la ya más que repetida cantinela de la economía planificada… ¿Alguien duda que la economía capitalista no lo esté? Sin duda, es vergonzosa la postura economicista, de claro corte sindicalista, en la que están inmersos los integrantes de El Militante; y eso que ahora, al menos, han eliminado ese famoso anhelo en el que solicitaban que hubiese un “verdadero programa de izquierdas” en IU… ¡Y en el PSOE!

Nada está más lejos de El Militante que proponer la revolución socialista para liberar al hombre de la explotación por el hombre; las peticiones a la burguesía acompañadas de hueca fraseología marxista no representan más que balas recubiertas de azúcar, y esa ha sido la tónica habitual en los más de 30 años de existencia de El Militante.

Quintus



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